Si dijera que nunca me rondó por la cabeza la idea mentiría como un bellaco, siempre lo vi como un quizás algún día me atreva, y ese día llegó como por casualidad buscada.
Con frecuencia me he quedado embobado mirando imágenes por internet de gente pintada y es alucinante las obras de arte que se pueden llegar a crear con unos pinceles, pinturas y un lienzo de piel desnuda.
Quizás lo que las imágenes no muestren sea lo más importante, las sensaciones.
Como todo que sucede por primera vez viene impregnado de cierta sensación de nervios, de cierta curiosidad que te va arrastrando.
Todo sucedió una tarde de agosto, en un entorno favorable y naturista como no podía ser de otra manera, y en el contexto de una fiesta body paint, debutar a lo grande diría yo.
Las artistas y artifices de todo esperaban voluntari@s para ejercer de lienzo, pero la cosa estaba muy parada. Yo me acerqué tímidamente pareo enrollado a la cintura y como el que va a hacer un favor dije: «nada, si no viene nadie me ofrezco voluntario»…cuando en realidad mi mente decía «por favor elígeme a mí!».
Suerte la mía, fui elegido y la primera pregunta fue…qué me pinto? Así que como llevo un millenial en lo hondo de mi ser le pregunté a Siri: » oye Siri, ….tilin: guerrero egipcio».
Nunca pensé que disfrutaría tanto mientras estaba siendo pintado. Comenzamos por lo más evidente, la cara, los hombros, brazos…y dado el grupo de curios@s que se acercaban a ver la ejecución de la obra, supuse que estaba quedando al menos tan bien como intención le estaba poniendo.
Seguimos por los muslos, piernas…la sensación de notar un pincel humedecido por la piel es relajante e increíble.
Sinceramente, tanto la maquilladora como yo estábamos tan emocionados por el resultado que nos quedamos sin piel…al descubierto, faltaba la «zona cero». Dado que ella estaba con ropa y yo semidesnudo, y dado que era una fiesta nudista, pedí ( con cierto pudor) terminar la obra si no tenía objeción, y así fue, acabé completamente maquillado con cierto temor de que la emoción de las cosquillas de los pelos del pincel, se tradujeran en una subida de bandera (nada mejor que tararear mentalmente la música del telediario).
Debía tener tal expresión que mi inestimada compañera hizo lo propio, y se maquilló a juego, a lo faraona (egipcia, no Lola Flores) con un resultado espectacular.
Nunca me he sentido más mirado que con el cuerpo cubierto de pintura, mucho más que vistiendo ropa o estando completamente desnudo, tan mirado hasta sentirme avergonzado, incomprensible cuando ves como algo natural la desnudez en público. Hasta que comencé a creerme vestido, disfrazado, si bien mi cuerpo no sentía el tacto de la ropa ni el calor.
Cuando me enfrenté al espejo por primera vez entendí la expresión de los que me miraban, realmente había conseguido convertirme en un guerrero egipcio sólo con pintura, alucinante!.
En un momento dado supe, quizás tarde por suerte, que formaría parte de un concurso donde se elegirían los mejor pintados.
La noche transcurrió divertida como nunca! Como hacía tiempo!…y si, fuimos unos de los ganadores, aunque el premio yo ya lo había recibido con antelación en forma de experiencia inolvidable, repetible y totalmente recomendable.
Despues de leer tu experiencia, no sé si le ha pasado a alguien más, pero yo me he quedado con ganas de ver el resultado final
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Jajajajajaja, sería imprudente por mi parte
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Una de las cosas que me faltan por hacer.
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