Barriendo para casa, hoy os hablaré de uno de esos lugares que alegran con creces las tribulaciones de un nudista mesetario y que compensan la lejanía de la playa con otro tipo de sensaciones bien diferentes pero muy satisfactorias.
Se trata de la Garganta de los Infiernos, en pleno Valle del Jerte, en el norte de la provincia de Cáceres.
Es bastante posible que conozcáis el Valle del Jerte por su emblema, el cerezo en flor, un espectáculo natural sin igual que viste cada año de blanco este profundo valle que une Plasencia con el límite de la provincia de Ávila a lo largo de unos 50 km flanqueados por las estribaciones de las sierras de Gredos y Béjar. Aquí, entre abundantes gargantas de agua transparente y verdor omnipresente incluso en verano, se desmiente, una vez más, la imagen mental de tanta gente que dibuja Extremadura como un secarral.

La Garganta de los Infiernos -terrorífico nombre quizá para proteger el «secreto» de este bello lugar- es afluente del río Jerte entre las poblaciones de Cabezuela del Valle y Jerte, protegida como Reserva Natural desde 1994, resume quizá como ninguna este paisaje paradisíaco vertiendo sus aguas desde las cumbres de Gredos a más de 2.000 metros de altitud, entre densos bosques de roble y castaño.
Tengo que confesar que guardo una especial relación sentimental con este paraje, ya que desde pequeño iba de acampada libre con mi familia, y fue allí donde mi hoy mujer y yo empezamos a estar juntos. En ambas épocas disfrutábamos ya del nudismo en varias de las muchas pozas, escondidas o no tanto, río arriba. Siempre tuvo un cierto ambiente hippie-montañero que lo propiciaba; aunque lo más normal es que los únicos testigos fueran algún rebaño de cabras y las rapaces sobrevolando. Hoy, en cierto modo, conserva esta esencia, aunque los itinerarios senderistas (están prohibidos los vehículos a motor excepto algunos autorizados), bien señalizados, y la justa fama que ha ido cobrando, la haya vuelto menos solitaria sobre todo en los meses de julio y agosto.

El tramo de garganta que concentra a casi todos los excursionistas se conoce como «Los Pilones»; se trata de una serie consecutiva de grandes marmitas que las fuertes aguas del invierno y el deshielo han tallado limpiamente en el cauce de piedra granítica. Es fácil encontrar múltiples referencias en las típicas publicaciones veraniegas sobre los mejores sitios de baño de interior en España; incluso National Geografic la incluyó en 2018 en una lista mundial de “15 sorprendentes lugares donde bañarte”.

Para llegar a Los Pilones deberás andar casi una hora, con bastante desnivel pero en un entorno fantástico, desde el Centro de Recepción de visitantes de la Reserva Natural. Sorprendentemente el “paseo” no desanima a numerosos domingueros que, sobre todo los fines de semana de verano, se atreven a subir en chancletas y con la nevera a cuestas.

Por eso, este relativamente corto tramo de la garganta no es la mejor opción para el naturismo, al menos en temporada alta. Pero, a poco que te alejes hacia arriba o hacia abajo, es otra historia. Son muchos los “charcos” o “pozas” que no tienen nada que envidiar a Los Pilones en belleza y en transparencia de sus frías y purísimas aguas.

Este verano hemos explorado la parte más baja (de «Los Pilones» hacia abajo), y nos ha dado grandes alegrías nudistas. Como digo, cualquier charco que os guste da la posibilidad de desnudarse sin ningún tipo de problema (algo a lo que os animamos; el “efecto contagio” funciona), pero a continuación me referiré a un par de ellos en concreto.
El de acceso más fácil (se deja el coche a unos 100 metros) es el que llaman el “Charco del Tomate”. En realidad son dos amplios y profundos charcos uno al lado del otro, con bastante sombra en las orillas. La primera vez que fuimos iba mentalizado de que tendría aguantarme con el “trapo mojado”, pero fue una agradabilísima sorpresa encontrar a un tipo desnudo y algunas chicas en topless… así que ¡miel sobre hojuelas! Éramos franca minoría entre bañadores (era fin de semana en pleno agosto), pero ¿qué más da? Lo reclamo para el nudismo, para siempre.

Esta es su ubicación. Tiene poca confusión posible: por la N-110, aproximadamente a 1,5 km de Cabezuela del Valle, en dirección Jerte, hay un puente moderno a la derecha tras el cual están los viales hormigonados de un proyecto de urbanización por suerte abandonado (algunas tapaderas de alcantarilla han “desaparecido”, ten cuidado para esquivarlas); al fondo a la izquierda se deja el coche casi al mismo borde de la Garganta de los Infiernos poco antes de que esta confluya con el río Jerte. Si vas con furgo o autocaravana, podrás, como nosotros, pernoctar allí mismo muy tranquilamente.
El otro sitio es el conocido como “Charco del Árbol”. Había leído unas cuantas referencias en internet que lo calificaban como naturista, pero hasta este verano no lo hemos conocido ya que su localización no estaba clara, algo que espero solucionar con este post.
No es sólo un charco (además, el árbol que le da nombre, que crecía en mitad del cauce, ha desaparecido con una de las últimas crecidas invernales, según nos dijeron) sino un tramo con varias pozas a cuál más bonita, y en el que sí es muy normal que haya otros nudistas.
Llegar no es tan complicado. Se puede subir en coche (nosotros nos atrevimos con la autocaravana, porque somos muy brutos) unos 2 km por una pista hormigonada con bastante pendiente que parte de la misma urbanización fantasma a la que me referí antes, que fue hecha para facilitar el acceso a los cultivos de cerezo (la pista comienza aquí). En el punto que os señalo aquí se deja el vehículo en un ensanchamiento del borde para continuar andando, pasando una cancela, por la pista de tierra que va bajando entre un sombrío bosque de robles y pasa por encima de un pequeño arroyo estacional que tiene el bucólico nombre de “Putopadre”.

Apenas cinco minutos después, cerca de otro arroyo llamado Riscoencinoso, se desvía cuesta abajo, a la izquierda, un sendero más estrecho pero bastante bien marcado (creo que no tiene pérdida, es el único que veréis) hasta el mismo Charco del Árbol. Desde donde dejasteis el coche, el total a pie son unos 20 minutos, por lo que no hace falta ser muy deportista ni echarse atrás por llevar niñ@s. Encontrarlo es más fácil de lo que parece leyendo estas líneas, de verdad.
Como os decía, más que un solo charco, hay al menos cuatro (uno hacia arriba, dos hacia abajo, desde el que desemboca el sendero) en no más de 300 metros de cauce, para elegir el que más os guste. Esta creo que es su ubicación más o menos exacta.
Para los andarines, en tramos altos de la Garganta, es decir, por encima de Los Pilones, también es perfectamente posible el naturismo (a veces estaréis solos, a veces acompañados por naturistas o por textiles). Os señalo algunos buenos charcos, amplios y profundos, que conocemos: 1, 2, 3, 4, 5
Sólo queda animaros a visitar este fantástico lugar para practicar naturismo rodeados de una naturaleza bellísima e intacta. Y si queréis cualquier otro dato, ¡preguntad!
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